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Refinamiento en la Carretera – Lobby.cl

En la actualidad las carreteras tienen letras y números. Hace unos años, cuando existía sólo un camino que unía Arica con Puerto Montt se hablaba de la Panamericana (norte o sur). En las orillas de ellas se instalaron por años una serie de restaurantes que posteriormente fueron conocidos como “picadas”, donde las de los camioneros eran las favoritas por la calidad de su cocina y bajo precio.

Con los años llegaron las supercarreteras y el cierre perimetral de ellas, obligando a los propietarios de restaurantes a abandonar su oficio o invertir en accesos cómodos y fuera de peligro. Aun así, son muchas las picadas que abundan en nuestros caminos y varias de las guías turísticas que se utilizan en nuestro país, escriben de las grandes bondades que siguen ofreciendo.

Pero nadie había pensado que también, aparte de poner una picada propiamente tal, decidiera instalar un local de alta gastronomía. Nadie hasta que apareció Dominique Massenez, ex propietario de la viña Chateau Los Boldos y perteneciente a la familia de los famosos destilados franceses Massenez, que decidió invertir para construir un restaurante de alta gama en Rengo. Una apuesta diferente a la cual no estábamos acostumbrados ya que cuenta con exquisita cocina, bar con carta internacional, una sala de catas de lujo, grandes espacios, y una tienda de vinos que es la más diversa y grande de Chile. Todo un centro turístico que en unos años podría albergar hasta hotelería.

Es un restaurante de carretera pero en sus estacionamientos no hay camiones. Ahí se juntan vans y lujosos automóviles con una clientela ávida y muchos turistas que van tras una cocina burguesa francesa que rinde honores a lo mejor de esa gastronomía. Aparte –y por tener un chef limeño entre sus filas- la carta incursiona en los mejores platos de la cocina peruana y varias delicatesen propias de nuestro país, como los erizos o locos.

Refinamiento en la Carretera - Lobby.clAmplio, elegante y cómodo. El comedor, que ocupa un ala de la construcción cuenta con una cocina donde abunda la tecnología. Ni hablar de la oferta de vinos y licores: cerca de 300 etiquetas chilenas y más de 100 de vinos franceses, españoles, argentinos y californianos, con piezas únicas de colección, antiguas añadas, y una línea de vinos desarrollada por el propio Massenez hacen de este lugar un ícono en la materia. La carta, elaborada inicialmente por el chef francés Frank Dieudonée (ex Ópera), sigue estable y sus platos llenos de reminiscencias francesas han sido claves para el desarrollo y el éxito de este lugar ubicado al sur de Rancagua.

Los clásicos Huevos en meurette, cuya receta popularizó el chef Dieudonée en el restaurante Ópera, tienen una sabrosa y equilibrada versión en este lugar. Sinceramente, un placer para el paladar aunque muchos de sus clientes opten por la clásica Sopa de cebollas (6.000), que acá es sorprendentemente bien elaborada. De fondo, Trucha arcoíris con salsa de mantequilla y alcaparras (9.000) que acompañé con papas salteadas (3.000) para deleite de un producto fino como es la trucha, la cual cuando está bien elaborada supera al sabor del salmón. Lo peruano, aporte del nuevo chef de esa nacionalidad, se expresa con todo esplendor en su tiradito en crema de ostiones y el blandísimo pulpo al olivo. Hay unos increíbles rocotos rellenos con carne y una mezcla dulce picante rica; arroz cremoso con gambas y un deslumbrante plato de pollona al vino amarillo con morillas, unánimemente insuperable. También (y en temporada) elaboran un elegante pastel de choclo. En postres, el crocante de almendras es irresistible, de ensueño. Una estupenda opción es su menú de degustación (36.000), un paseo por sus sabores. También hay platos vegetarianos y un infaltable menú de niños, todos muy diferentes a la oferta habitual.

Entre Ríos no es barato pero tampoco extremadamente caro ya que la comida es elegante, sabrosa y nada de mezquina. Un promedio razonable para que el comedor cuente con una amplia clientela y pueda sentirse orgulloso de una trayectoria corta, pero intensa.

Cómodo estacionamiento, bien provisto bar, amplia cocina, vastas terrazas y una sala de cata de excelente acústica para eventos de todo tipo completan este espacio, que resulta más propio de lugares internacionales de intenso movimiento turístico y que enriquecen de gran manera la oferta gastronómica y enológica de Rengo y la VI Región. Bien lo dice su propietario cuando me retiraba del lugar: “Entre Ríos apuesta por el disfrute de la cocina de forma global: una comida con su sobremesa, sin prisas, El placer y la memoria no se pueden apresurar.” (Juantonio Eymin)

Fuente: http://lobbychile.blogspot.cl/2015/07/mis-apuntes_28.html

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Una Pareja Perfecta – El Mercurio Wiken

Confit de canard de Entre Rios y cabernet

Aunque, por el nombre, uno puede pensar que se trata de un plato muy sofisticado de la cocina gala, la verdad es que este pato cocinado en su grasa es un habitual en cualquier bar de Francia, sobre todo de la zona del suroeste, donde les gusta esto de la comida potente y grasa. El plato original es solo la pata del pato (o del ganso, mucho mejor), acompañada de papas fritas y no mucho más. En el Entre Rios de Rengo le ponen algunos verdes como para que no parezca tan sencillo, pero la esencia se mantiene: una excelente versión de confit, con la carne que se corta al mirarla y la piel crocante como debe ser. De los mejores que he probado en Chile. Para acompañarlo, vayan por un cabernet de la zona del Alto Cachapoal, muy buena fuente para la cepa. Parada obligada cuando vuelvan de las vacaciones en el sur.

Patricio Tapia

Fuente: http://impresa.elmercurio.com/Pages/NewsDetail.aspx?dt=2015-02-27&dtB=14-10-2016%200:00:00&PaginaId=11&SupplementId=3&bodyid=0

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Un restaurante chileno con carta franco-peruana – El Comercio.pe

La propuesta de este sofisticado local ubicado al sur de Santiago ofrece platos como ají de gallina o cebiche. El chef peruano Roger Jara dirige su afamada cocina.

Catherine Contreras

La Panamericana es una vía que hermana. Y lo es no solo porque conecta el continente de norte a sur, sino que también estrecha lazos culturales y culinarios entre Chile, Perú y Francia. Lo sentimos así cuando llegamos a Entre Ríos, el restaurante del empresario vitivinícola y gastronómico francés Dominique Massenez, dueño de una mansión culinaria ubicada en el kilómetro 110 de la carretera Longitudinal Sur, en la comuna de Rengo, valle de Cachapoal, dos horas al sur de Santiago.

Massenez llegó hace 23 años a Chile, cuando la producción local de vinos solo se diferenciaba entre tintos y blancos, “los primeros correctos, los segundos intomables”, recuerda este francés de Estrasburgo (Alsacia) que inmediatamente decidió invertir comprando tierras para hacer sus propios mostos. De raza le venía al galgo, pues su familia creó en 1870, en Bassemberg (este de Francia), la destilería G.E. Massenez, productora de espirituosos.

Así nació Chateau Los Boldos, en Requinoa, al pie de los Andes. “En el año noventa me convertí en el segundo inversionista extranjero en Chile, en la parte vinícola. Compré una viña abandonada llamada Santa Amalia. Le cambié el nombre para hacer vinos de calidad”.

Pero Massenez se cansó. La vendió al grupo portugués Sogrape. Años más tarde volvió al ruedo: montó una viña boutique llamada Donum Massenez, cuyos vinos maridan la propuesta de su restaurante.

Copa y plato
Casi en medio de la nada, una casona de techos verdes invita a hacer una parada. Se trata del restaurante Entre Ríos, uno de los más clásicos décadas atrás, y que Dominique Massenez decidió reflotar, pero a su estilo.

Elegante y lujoso (cuenta con una boutique de vinos con 500 etiquetas de todo el mundo, una sala de catas y comedores para 150 personas), Entre Ríos cumple este mes un año de creado. Pero la sorpresa es que luce en su carta sabores de nuestra cocina, ejecutados por 12 cocineros, seis de ellos peruanos.

“La gran cocina latina es del Perú”, considera Massenez, un enamorado de nuestros sabores, al punto de ensalzar casi por igual platos galos y peruanos. Por ello será que entregó la dirección de los fogones a Roger Jara Cotrina, quien pasó por Malabar y fue reclutado al cerrar Fusión (San Isidro). Con él viajaron a Chile Elsa Tafur y Jorge Astengo, entre otros compatriotas que hoy se esmeran por igualar la reputación que el original Entre Ríos dicen que tuvo en los ochenta.

Siguiendo la propuesta de alta cocina pensada por Massenez, ellos ejecutan tanto un cebiche o un ají de gallina como un boeuf bourguignon o un huevo meurrette. Para algunos puede sonar a arroz con mango, pero tienen acogida.

Fuente: http://elcomercio.pe/gastronomia/internacional/conoce-entre-rios-restaurante-chileno-carta-franco-peruanavideo-noticia-1654512